domingo, 18 de abril de 2010

Diego Corrientes

(1757-1781) El bandolero generoso

Diego Corrientes Mateos fue el primero y posiblemente el más expresivo de todos los bandoleros andaluces. Nacido en Utrera (Sevilla) el día 20 de agosto de 1757, comenzó sus andanzas allá por el año 1778, centrando su actividad en las provincias de Sevilla y Badajoz. Se dedicó preferentemente al robo de caballos y yeguas para, más tarde, venderlos en Portugal. Se dice que ideó un particular sistema de sustracción, trasladando y cambiando los caballos de un cortijo a otro. De esta manera aceleraba la huída y agotaba las monturas de sus perseguidores, ya que evitaba el tiempo obligado de descanso de los animales. Lógicamente los sementales que finalmente se apropiaba eran los de la última finca. Los equinos sustraídos eran trasladados a Portugal, a una dehesa que poseía. Allí esperaban hasta encontrar comprador.

La clave de su éxito se mantuvo, básicamente, en la habilidad para burlar a sus perseguidores. Decía a los más humildes que robaba a los ricos para después dar a ellos lo robado. De esta manera se ganaba su simpatía y así garantizaba el silencio y complicidad para no ser descubierto. El padre Luis de Coloma, en su obra “Recuerdos de Fernán Caballero”, describe a Diego Corrientes como “un hombre en la plenitud de su vida, de hermosas facciones y cuerpo robusto; dotado de esa elegante flexibilidad que tan airosos hacen a los campesinos andaluces”. Con respecto a su vestimenta se reconoce que lucía impecable “uniformidad” de bandolero, ataviado con todos los elementos que caracterizan tan ilícita ocupación y como arma gustaba utilizar de un trabuco corto de ancha boca, conocido como “naranjero”.

Debido a la popularidad que Diego iba alcanzando entre la población, el Gobernador de Sevilla, Don Francisco de Bruma y Ahumada, pone en el 1780 todos los medios disponibles para la captura del bandolero. Aunque tan sólo se verían en un par de ocasiones, Diego tenía un poderoso enemigo conocido por los sevillanos de la época como “el señor del gran poder”. Se supone que por la influencia que el mismo tenía en la Corte.

Sobre esta descrita animadversión se dice que tuvo su origen en el primer encuentro entre Diego Corrientes y Francisco de Bruna, cuando el primero atracó el carruaje en el que viajaba el funcionario en “La Torre”, cerca de Utrera. Probablemente fue la serenidad que caracterizó al bandido durante toda la situación o quizá la osadía apreciada y la humillación sentida por el Gobernador cuando Diego, colocando su bota en la ventanilla del carruaje, le obligó a atarle la cordonera. Sea como fuere esta circunstancia desató su ira y sed de venganza, ya que la segunda y última vez que se vieran sería en la cárcel de Sevilla, detenido Diego, y a pocos días de su juicio y ejecución. Este encuentro también es relatado en la obra del sacerdote citado anteriormente.

Es curioso y de destacar las importantes sumas de dinero que se prometía por la entrega de Diego Corrientes (hasta doscientos mil ducados), un bandolero sobre el que no pesaba un solo crimen de sangre. De hecho sobre el mismo se llegaría a decir: "Roba a los ricos, socorre a los pobres y no mata a nadie". Poco erraríamos al suponer que su implacable enemigo tenía algo que ver.

Y no pasó mucho tiempo antes de que su partida de bandoleros fuera apresada y ejecutados sus miembros en Sevilla, obligando a Diego a huir a Portugal. Y hasta allí le persigue el humillado Gobernador.

Utilizando toda su influencia dispuso una formación de 20 soldados vestidos de paisano pertenecientes a la “Compañía de Escopeteros de Sevilla”, al mando del teniente D. José de Puértolas. Esta Unidad fue reforzada por una compañía de infantería portuguesa, al frente del capitán Arias, con la que se internó en Portugal. Y allí, sin la complicidad y la simpatía de los lugareños que hasta entonces le habían protegido y apoyado en nuestro país, el “bandolero generoso” no tardaría mucho en ser localizado en las proximidades de “Pozo del Caño”, en Olivenza.

Tras una brava resistencia, y sin munición, Diego es apresado. Fuertemente custodiado es trasladado a la cárcel de Badajoz para, posteriormente, ingresar en la de Sevilla, donde esperó a ser juzgado el día 25 de marzo de 1781.

Sobre los pormenores de la detención sólo decir que “el Poder manda sobre la Justicia” y el de Francisco de Bruna era tan grande como el odio que sentía hacia Diego Corrientes. El 17 de junio de 1999 un artículo aparecido en “El Correo de Andalucía”, y firmado por el jurista José Santos Torres, confirmaba la irregularidades sufridas en la extradición de Diego Corrientes por parte de la Justicia portuguesa.

Celebrado el juicio en la ciudad del Guadalquivir Diego Corrientes fue condenado por sus fechorías, según dictaba literalmente la sentencia, a “ser arrastrado hasta el patíbulo, ahorcado y descuartizado, exponiéndose sus despojos por los caminos”.

El 30 de marzo (festividad de Viernes Santo) de 1781se cumplió la sentencia. La ejecución se llevó a cabo en la Plaza de San Francisco de Sevilla. Posteriormente su cuerpo se trasladó a la Mesa Real, cerca del Puerto de Carmona. Esta “mesa” consistía en una construcción plana donde los reos eran degollados y que no fue destruida hasta 1932. Tal como señalaba el ordenamiento judicial sus restos mortales (brazos y piernas) fueron colgados en ganchos y expuestos a modo de escarmiento en los caminos de mayor tránsito de la provincia de Sevilla. Su cabeza fue exhibida en una jaula en el mismo lugar donde obligó a Francisco de Bruna a abrocharle la bota. El tronco fue enterrado en la parroquia de San Roque el mismo día de su ajusticiamiento.

José Santos, estudioso español citado anteriormente, en su libro titulado “Diego Corrientes”, publicado a partir de los pliegos de cordel que cantaron su vida, hazañas y muerte, dice que “la musa popular” o el que fuera conocido como “el bandolero generoso”, recogió y trasmitió el mito de la generosidad. Esta leyenda puede quedar plenamente reflejada en una de las muchas coplas que le brindaron. Sirva como ejemplo ésta, sacada del drama de Gutiérrez de Alba, que dice: “Yo soy aquel que a nadie temía. Aquel que en Andalucía por los caminos andaba. El que a los ricos robaba y a los pobres socorría”.

La vida del personaje de este mes también fue llevada al cine. De la mano del director Antonio Isasi, la película “Diego Corrientes” se estrenó en 1959.

3 comentarios:

  1. Hola, enhorabuena por tu blog. Me gustaría saber si m podrías ayudar a conseguir la película de Diego Corrientes, ya que he visto que sabes sobre él. Es para regalarse a mi padre que es un fanático incondicional de este bandolero y no encuentra su película por ningún lado y se la querría regalar por Reyes. Muchas gracias y un saludo. Mi correo es cocoyog@live.com por si tuvieses algún tipo de información. Nuevamente muchas gracias.

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  2. Ola,
    Muito interessante o artigo.
    Acrescento que, segundo consta, Diego Corrientes fugiu oara Barrancos, onde passou a ser conhecido como António Ramirez. Provavelmente foi aqui, em Barrancos, que Francisco de Bruna, temível governador de Sevilha o capturou, com as cumplicidades das autoridades militares portuguesas.

    Cpts

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  3. Buenas tardes, esta utilizando imágnes y textos del MUSEO DEL BANDOLERO, sobre todo un logotipo patentado y no puede usarse por estar registro. Al menos realice una referencia de donde provienen las imágenes.
    Gracias

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